brazil

El seminario era en el segundo piso.
No me gustan los ascensores, jaulas que suben.
El recepcionista me dijo que por la escalera estaba bien.
Hasta el primer piso cortaba en tres partes,
en ángulo recto.
Pero después ascendía en una forma ovoide,
que parecía proyectarse sin fin.
Los escalones cada vez más angostos
me depositaron frente a una puerta,
también angosta y blanca, con un picaporte dorado.
Volví a prender la luz con la tecla roja.
Me daba miedo volver, así que la abrí.
Diez centímetros la abrí, hasta pegarle a un escritorio,
que sonó, cargado de carpetas y hojas.
Y la nariz de un señor pelado y regordete

se deslizo por la ranura
para preguntarme cómo había llegado hasta ahí.

6 comentarios:

Juan M. dijo...

por ahí el señor quería averiguar cómo se salía porque hace mucho que estaba encerrado, no¿

N dijo...

y me declararon reina de su mundo de gente narigona con carpetas. Después se fueron todos por la escalera blanca.

Juan M. dijo...

claro.. habiendo tanta reina de la cocecha, de la uva, del carnaval, del aliento a jamón crudo, y todas esas cosas... ¿por qué no habría de haber una reina del narigón con carpeta?

Anónimo dijo...

aflojen con el delirio.....reino del mas alla....

N dijo...

justo que al que llegara ibamos a declararlo emperador de la pasa de uva sin semilla...

Juan M. dijo...

usted es capáz de contentarse con un paquete de bizcochitos de grasa, no nos hamaos los fifis que somo pocos y ya nos olimos los pieses.