
En la muñeca de Pedro, discreto reloj, regalo
de cumpleaños, motor de manecillas, esa mañana se atrasó.
Pedro llegó tarde a la estación y perdió el tren.
Llegó tarde a su trabajo y su jefe le gritó.
Llegó tarde al médico y no lo atendieron.
Llegó tarde a su casa y su mujer creyó que la engañaba.
Pedro, desesperado, corrió a ver al relojero,
para que lo pusiera en hora.
3 comentarios:
Pobre Pedro, no saber que el mundo es una maquinita que necesita nutrirse de su tiempo, de nuestro tiempo. Quizá Pedro se de cuenta alguna vez que su trabajo puede cambiar, que su salud puede mejorar, que el amor no cumple horarios... Pero Pedro se siente más cómodo siendo el mismo parte del engranaje del inmenso reloj del universo.
Tan comodo que prefiere asistir a la lenta mutación de sus brazos en manecillas y de los latidos de su corazón en tictaques mecánicos.
I say briefly: Best! Useful information. Good job guys.
»
Publicar un comentario